Es innegable que en los últimos años se ha generado en el mundo una preocupación por el medio ambiente. Seguramente estás cansado de escuchar sobre el calentamiento global. Es probable que hayas escuchado palabras que no entiendes muy bien como crecimiento sustentable, biocombustibles, biodinámico, transgénico o agricultura orgánica.
A partir de la década de los ochenta surgió una tendencia que buscaba recuperar un estilo de vida más saludable y en comunión con la tierra. Así nació el mercado de la agricultura orgánica. Poco a poco el consumo de productos orgánicos fue creciendo, especialmente en Europa y Estados Unidos.
En Chile el proceso fue más lento. Recién el año 2007 se promulgó la ley Nº 20.089 que nació para regular la producción de alimentos orgánicos. El artículo 2º de la ley los define como “aquellos provenientes de sistemas holísticos de gestión de la producción en el ámbito agrícola, pecuario o forestal, que fomenta y mejora la salud del agroecosistema y, en particular, la biodiversidad, los ciclos biológicos y la actividad biológica del suelo”.
Esto significa que los productos orgánicos son cultivados sin agroquímicos ni fertilizantes artificiales por lo que son más limpios y saludables para el consumidor. Su sistema de producción es sustentable en el tiempo, ya que hace un uso racional de los recursos naturales y mantiene la fertilidad de la tierra y de la diversidad biológica. Además ocupa sistemas naturales de fertilización y de control de plagas, como la rotación de cultivos o el uso de abonos naturales.
En el país los productores son controlados por el SAG y deben cumplir altos estándares de calidad para comercializar sus productos. Aunque la demanda interna crece la mayoría de los alimentos son exportados. En el mercado nacional se pueden encontrar distintos productos como flores, frutas, verduras, leche, yogurt, quesos y te. También productos más elaborados como aceite de oliva, vinos, mermeladas, jugos, frutas deshidratadas, o productos de belleza como cremas cosméticas.
El problema es que todavía los precios de los orgánicos son más altos comparados con los productos convencionales. Se pueden encontrar en tiendas especializadas. También hay restaurantes que ofrecen comida orgánica.
Pero no es necesario ser un empresario exportador o un pequeño agricultor para probar los alimentos orgánicos. Si vives en sectores urbanos puedes empezar plantando un árbol frutal en el patio de tu casa. Si te gusta cocinar puedes plantar pequeñas hortalizas. Si no tienes espacio puedes plantar en maceteros albahaca, tomillo, romero, o el aliño que más te guste.
A partir de la década de los ochenta surgió una tendencia que buscaba recuperar un estilo de vida más saludable y en comunión con la tierra. Así nació el mercado de la agricultura orgánica. Poco a poco el consumo de productos orgánicos fue creciendo, especialmente en Europa y Estados Unidos.
En Chile el proceso fue más lento. Recién el año 2007 se promulgó la ley Nº 20.089 que nació para regular la producción de alimentos orgánicos. El artículo 2º de la ley los define como “aquellos provenientes de sistemas holísticos de gestión de la producción en el ámbito agrícola, pecuario o forestal, que fomenta y mejora la salud del agroecosistema y, en particular, la biodiversidad, los ciclos biológicos y la actividad biológica del suelo”.
Esto significa que los productos orgánicos son cultivados sin agroquímicos ni fertilizantes artificiales por lo que son más limpios y saludables para el consumidor. Su sistema de producción es sustentable en el tiempo, ya que hace un uso racional de los recursos naturales y mantiene la fertilidad de la tierra y de la diversidad biológica. Además ocupa sistemas naturales de fertilización y de control de plagas, como la rotación de cultivos o el uso de abonos naturales.
En el país los productores son controlados por el SAG y deben cumplir altos estándares de calidad para comercializar sus productos. Aunque la demanda interna crece la mayoría de los alimentos son exportados. En el mercado nacional se pueden encontrar distintos productos como flores, frutas, verduras, leche, yogurt, quesos y te. También productos más elaborados como aceite de oliva, vinos, mermeladas, jugos, frutas deshidratadas, o productos de belleza como cremas cosméticas.
El problema es que todavía los precios de los orgánicos son más altos comparados con los productos convencionales. Se pueden encontrar en tiendas especializadas. También hay restaurantes que ofrecen comida orgánica.
Pero no es necesario ser un empresario exportador o un pequeño agricultor para probar los alimentos orgánicos. Si vives en sectores urbanos puedes empezar plantando un árbol frutal en el patio de tu casa. Si te gusta cocinar puedes plantar pequeñas hortalizas. Si no tienes espacio puedes plantar en maceteros albahaca, tomillo, romero, o el aliño que más te guste.
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