Si actualmente en el país pocas personas saben lo que es orgánico, hace 15 años el concepto era casi totalmente desconocido. A pasos de la Plaza Ñuñoa hay un lugar en el que se han preocupado de enseñar sobre la alimentación sana y sobre los productos orgánicos. Se trata del café-restaurant La Isla, uno de los pocos lugares en Santiago el que los clientes pueden comer alimentos orgánicos.
Su oferta no es totalmente orgánica ya que no existen los proveedores suficientes para elaborar una carta, entre otras cosas porque no hay en Chile una certificadora para las carnes, y porque la mayoría de los alimentos se exporta.
La dueña del local, Irene Acevedo, es agrónoma y se dedica a la agroecología. Instaló el restaurante hace casi 15 años. Motivada por su profesión decidió que, además de ofrecer comida rica y un carrete sano, la misión de su local era educar. “Nos tocó difundir. La gente ni siquiera sabía lo que era la palabra orgánico. Pusimos un diario mural, dimos folletos y poco a poco fuimos mostrando lo que era”, dice.
La carta del restaurant advierte que los platos tienen sólo algunos ingredientes orgánicos. Se puede pedir jugos, mermeladas, salsas, ensaladas y vinos orgánicos. Aunque debido a que la disponibilidad de alimentos depende de la estación y de los proveedores, lo mejor es preguntar qué es lo que hay para servirse, por ejemplo las ensaladas orgánicas tienen un cartel que las identifica. Como no es un restaurante 100% orgánico no hay diferencia en el precio entre una ensalada orgánica y una con productos convencionales. “Los precios son normales como los de cualquier restaurant, asumimos la diferencia en el costo”, señala Irene, quien además recomienda que los interesados en lo orgánico prueben los vegetales al wok y el sándwich de tofu.
Actualmente están construyendo una huerta orgánica en el patio trasero del restaurant para surtir el negocio, la que estará produciendo en la próxima primavera. Como un ejemplo del rol de difusión que se han autoimpuesto, el próximo domingo 28 de junio ofrecerán un taller de huerta, dirigido por la agrónoma Rosa Pertierra.
Su oferta no es totalmente orgánica ya que no existen los proveedores suficientes para elaborar una carta, entre otras cosas porque no hay en Chile una certificadora para las carnes, y porque la mayoría de los alimentos se exporta.
La dueña del local, Irene Acevedo, es agrónoma y se dedica a la agroecología. Instaló el restaurante hace casi 15 años. Motivada por su profesión decidió que, además de ofrecer comida rica y un carrete sano, la misión de su local era educar. “Nos tocó difundir. La gente ni siquiera sabía lo que era la palabra orgánico. Pusimos un diario mural, dimos folletos y poco a poco fuimos mostrando lo que era”, dice.
La carta del restaurant advierte que los platos tienen sólo algunos ingredientes orgánicos. Se puede pedir jugos, mermeladas, salsas, ensaladas y vinos orgánicos. Aunque debido a que la disponibilidad de alimentos depende de la estación y de los proveedores, lo mejor es preguntar qué es lo que hay para servirse, por ejemplo las ensaladas orgánicas tienen un cartel que las identifica. Como no es un restaurante 100% orgánico no hay diferencia en el precio entre una ensalada orgánica y una con productos convencionales. “Los precios son normales como los de cualquier restaurant, asumimos la diferencia en el costo”, señala Irene, quien además recomienda que los interesados en lo orgánico prueben los vegetales al wok y el sándwich de tofu.
Actualmente están construyendo una huerta orgánica en el patio trasero del restaurant para surtir el negocio, la que estará produciendo en la próxima primavera. Como un ejemplo del rol de difusión que se han autoimpuesto, el próximo domingo 28 de junio ofrecerán un taller de huerta, dirigido por la agrónoma Rosa Pertierra.
Cafe La Isla
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