sábado, 13 de junio de 2009

Dádiva



Un día muy feliz.
La niebla se levantó pronto, trabajé en el jardín.
Los colibríes se demoraban sobre las madreselvas.
No había cosa en la tierra que yo deseara poseer.
Sabía que no merecía la pena envidiar a nadie.
Cualquier mal que hubiese sufrido, lo olvidé.
Pensar que una vez fui el mismo hombre no me avergonzaba.
En el cuerpo no sentía dolor.
Cuando me estiré, vi el mar azul y las velas.




CZESLAW MILOSZ

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